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(Y del bien)
Génesis I – 27, nos plantea que
“Cuando Dios creó al Hombre, lo creó semejante a Dios mismo; varón y mujer los creó y les dio su bendición… Diciéndoles: Creced, sed fecundos y, multiplicaos llenad la tierra con vuestros descendientes, y gobernadla, dominad a los peces, las aves animales terrestres y a toda criatura viviente…”
¡El hombre y su eterno femenino tomaron su lugar en el Jardín santo! Ella era delicada y hermosa como la Luz bella de la mañana y sus ojos que antes ponía en las novedades del edén se fijaban en el cielo atraídos por el barullo de los ángeles que le admiraban, que pacientemente le enseñaban el arte de amar, de dar y recibir, dándole a conocer la naturaleza secreta de los dones venidos del corazón. Y que el pecho amante ofrece generoso. Absorto en la satisfacción de lo perfecto
Por otro lado, Génesis I – 29,30 y II – 8, al 16, manifiesta:
“Después les dijo: “Miren a ustedes les doy todas las plantas de la tierra que dan frutos y producen semillas. Todo eso está a vuestra disposición y les servirá de alimento igual que a los animales para los que también he creado las hierbas del campo. Pero para ustedes he creado un Jardín especial regado por cuatro ríos en la región al Oeste de Edén, un paraíso con árboles cuyos frutos os harán crecer y prosperar, en él he también plantado el Árbol de La Vida y el Árbol de la Ciencia del mal y del bien. Cultivadlo y cuidad bien de él y les prevengo: De todo fruto de los árboles del jardín podéis comer menos del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal…Porque si comiereis de él, ciertamente vuestro ser morirá”…
Explorar, mirar cada cosa con detalle… su origen… preguntarse: ¿de donde proviene? De donde emerge la bien disimulada invitación a comer en medio del verdor y la soledad del bosque o a través de los senderos llenos de su perfume angelical y sientes que se despierta un apetito pulsátil que como un vaho sube y arde voraz en frenesí incontrolable por la fuerza interior de la carne, de la carne hecha mente, raciocinio impecable cayendo bajo el peso de la apetecida tentación de tenerlo todo, sin limites, sin mas limites que la enfermiza satisfacción…
Nadie ni ellos mismos sabían hasta donde llegaba su arrogancia, su altivez, su soberbia. Ella pensaba para sus adentros: -comeré y voy a subir hasta el cielo, podré elevarme y poner mi trono sobre los ángeles de Dios… voy a sentarme junto a los querubines en el más alto de los montes y seré como el Altísimo
-Y habían aprendido que todo lo que hacían o pudieran hacer podía ser llamado malo o bueno según les favoreciera con favores deseados para sí, o les desagradara como dádiva detestable. Mas todo lo referente al bien y el mal y su relatividad que les había enseñado el Arcángel lo habían aprendido perfectamente, mas sin comprender nada.
Creyeron que su duro oficio de ser los pioneros necesitaba de algo más y se preguntaron ¿Por qué uno junto al otro? ¿Porque ese par era el centro… porque estaban en el centro?… El árbol que se mira como una amenaza súbita…. Cada vez menos amenazante cada vez más trivial, pero al mismo tiempo más atractivo, más misterioso… Su conocimiento, su arte, su ciencia… es un hervidero de tentaciones frugales… -nadie mirándonos nada que nos acuse, nadie al acecho-… Sólo él sólo ella… El yo interior tolerante y complaciente y el deseo… desvistiendo sus ojos de sus ropas purísimas y después la astuta pregunta pérfida y tramposa del ser que acechaba la soledad curiosa de la mujer
Y en Génesis III - 6. podemos leer lo siguiente:
“La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a tener entendimiento. Así que cortó uno de los frutos y se lo comió”
Algo quedo flotando en su sangre y en su mente alimentada de lujuria, de codicia y vanidad de repente se abrieron sus ojos intelectuales mientras se cerraban sus ojos espirituales. La ansiedad entre estertores de curiosidad y osadía… su órgano generador a quedado reducido a uno solo razón por la cual el Leviatán masculino se ha expresado en las aguas del Leviatán femenino que ahora tiene un destino particular… férreamente impuesto por la ley divina. El súcubo sigilosamente inédito, latente bajo sus escamas. De súbito el temor, la incertidumbre, el suspenso y la excitación en sus grandes ojos antes llenos de claridad eterna… Precisamente de ahí partía su llamado… la tentación era obvia…
Muchas cosas podían saberse pero esta sabiduría no tenía ningún propósito…y sin propósito era mala, era buena, o no era ninguna de las dos cosas, pero podía utilizarse para cualquier propósito que se quisiera… los odios desencadenados brutalmente, los orgullos y el egoísmo absorbente que cree bastarse a sí mismo… de ello dependía el alcance de su poder… su sabiduría oculta era malévola… un antivalor manejable… accesible manejable por quien conociera el fruto… o quien lo hiciera suyo, a quien tomara su conocimiento dual integrándolo a su propia naturaleza… un fruto letal cuya miel y desdicha la mente humana considera irrenunciable. Fuente de la eterna autosuficiencia.
Mas el Proverbio plantea otra cosa:
Y en Proverbios II – 1,5,6,9 nos presentan lo siguiente:
“Haz tuyas mis palabras, hijo mío; entonces sabrás lo que es honrar al Señor. ¡Descubrirás lo que es conocer a Dios! Pues el Señor es quien da la sabiduría; la ciencia y el conocimiento brotan de sus labios.
Si amas al Señor sabrás también lo que es recto y justo.
El ser apoyándose en la carne, soportándose a sí mismo sobre la carne racional… es más bien débil, más disminuido que elevado, más proclive a caer que a permanecer menos humilde que la vanidad de negar el peso de su condena, de ignorar el origen de su vanagloria, de sus excesos y refinamientos… de su mente sutil envileciendo sus sentidos agudos y vibrantes. El drama de saber y olvidar que existimos en una falsa existencia, en un inútil placer… La sabiduría engañosa, alucinante y también sus desgracias y su belleza oculta como las malas artes. Poder transformar el conocimiento de la verdad en algo aparentemente real, en un carnaval de máscaras, con todas sus pantomimas y fastuosidades. Sus repugnantes ambivalencias desparramando maldición por la tierra.
Y en Proverbios III – 3 nos plantean:
“No abandones nunca el amor y la verdad; llévalos contigo como un collar precioso….”
Más y más ingeniosos ardides, nuevos modos de sembrar el germen de nuevos y sofisticados deseos, de alegre caos, de abordar el problema de la polución, de los desechos sociales, la descartable chatarra humana, adictos a la adicción, al crack, a los opioides, a los mercados bursátiles, las antiguallas, a los productos de marca, al sexo fácil, a los grandes eventos, al circo que ofrecen los que detentan el poder, a los falsos paraísos, a las fastuosas bodas de la anacrónica monarquía a la vida carnavalesca, a los sustitutos de la vida….
Despilfarrando su existencia sin siquiera usarla en una segunda intención más acorde, una segunda oportunidad de recuperar lo perdido, el gusto por el placer sencillo sin sello de pecado. Sin la abominación del sentir fingido, la simulación hipócrita y el beso traidor insípido…. El hombre sin poder saciar su sed solloza y expira consumidos sus días de poder e inefable risa.
Y volviendo al libro del Génesis, capítulos VI, versículo 1, podemos leer lo siguiente:
“Cuando los hombres comenzaron a poblar la tierra y tuvieron hijas, las hijas heredaron el arte de la seducción y los Hijos de Dios vieron que estas mujeres eran hermosas. Entonces escogieron entre todas ellas, y se casaron con las que quisieron. Pero el Señor dijo: no voy a dejar que el hombre viva para siempre porque el hombre ahora no es más que sólo carne”.
Y desde entonces los hombres se han olvidado del amor que le deben a su Señor antes de hacer lo que no deben. No han dejado los hombres de pensar erróneamente en el favor que se deben a sí mismos. Si tan solo el hombre dejara que la bondad del Señor colmara su corazón, si hicieran las cosas con amor no necesitaría el hijo del hombre desgastarse en pensar en lo bueno o en lo malo… y sus obras estarían siempre expuestas a la luz y a la faz de Dios
En el libro del Génesis, capítulo VI – 5, logramos leer:
El Señor vio que era demasiada la maldad del hombre en la tierra y que siempre estaban pensando en hacer cosas cuyos resultados siempre eran malos (por causa de que en sus actos estaba ausente el amor). Y le peso haber hecho al hombre.
Mas el conocimiento maldito esta ahí esperándole… para dominarle… engañándolo, tentándole a hacer uso de sus nuevas facultades, con las que se ofrendan día a día… los frutos del bien o del mal. Los unos a los otros… Ni dejaban de ocurrírseles nuevos modelos, prototipos de leyes, de estatutos al servicio del poder de la ciencia… de las ciencias económicas, de las ciencias políticas… engendros de todo tipo, ingeniería informática, reingeniería genética, transgénicos y transgéneros… toda clase de efectos especiales y jugarretas en pantalla grande o en pantalla chica, siempre indolentes al sufrimiento o al dolor que pudiera sacudir su ruindad
¡Ay! La pólvora, el proyectil la empedernida esclavitud al dolo, a la violencia. Guerras de baja intensidad, guerra psicológica guerra encubierta, guerra sucia, guerreando siempre medios masificadores de la opinión de unos pocos columnistas y editorialistas de prensa expertos en montajes informativos y patrañas publicitarias. Lacra, poniendo al descubierto más lacra, montañas de mentiras, sus sagradas y lucrativas fuentes sus repetidas ignominias que han corroído ya la pretendida legitimación moral de sus falacias. Sembrar y no cosechar, cosechar sin sembrar. Comienzas con una pequeña mentira, después te ves absorto por una vorágine de poder ir más allá y creas la ilusión de lo ilimitado, eterno prohibitivo en tus manos diestras, siniestramente manchadas de sangre destilada en los potros del tormento.
Y en Eclesiástico II – 12,13
Pero ¡ay de los corazones timoratos y cobardes y las manos perezosas que gustan de lo fácil! ¡Ay de los pecadores que llevan una vida doble! ¡Ay de los corazones débiles que no tienen confianza!
Los frutos que amáis, como los de un gran mercado de fragmentos humanos, donde no hay un orden sino un postor, un mercado de acerados valores, lujosos valores cristalizados valores finamente trastocados… pomposos e inflados, inútiles y célebres de este a oeste como los de una gran boda real llena de sombreros emplumados, absortos por el derroche de alegría y de arrogantes magnitudes o una fluida ágil bolsa de valores inhumanos semejantes a la bolsa de Wall Street o aun mas global y majestuoso un mercado de valores pervertidos, de transacciones indefinidas como los del “World Trade Center” inmolado. Eran muchos sus pisos y muy altas sus elevadas cumbres, su multidisciplinaria ciencia era su centro de inteligencia era el centro de su saber desmoronándose… y la atmósfera quedo contaminada, gris, sucia como los corazones de dura coraza, infranqueables a todo viso de autenticidad a cielo abierto, a toda vibración rebosante de verdadera humanidad.
La mente sorda elaboradora de tramas, un delicado manto de monstruosidades, de miseria y terror. De criaturas insensibles embaucadas por sus propios embustes rindiéndole pleitesía y tributo al Emperador del mundo... Cuanta miseria quedo dentro sin poder escapar, sin poderse liberarse del horror de si mismos. Mausoleos vivientes que soportan el hacinamiento de centenares de millones de cadáveres diseminados, volatilizados…. Por motivos maravillosamente anti éticos. Escucha en tu oído el bien y el mal para que tu corazón pueda juzgarlos
Retomando el libro Eclesiástico IV -28, leemos…
La desgracia del orgulloso no tiene remedio
pues es el retoño de una mala planta….
Conócete y conóceme en la verdad vestida de niño y aprende a amarme. Sólo si vas revestido fuerte y armoniosamente de inspiración humilde, amorosa y generosa podrás bajar sin dejarte hechizar, a los profundos, oprobiosos y absorbentes abismos del mundo. Y el esposo tendrá dominio sobre su esposa… y su deseo le conducirá a él, que significa volver al origen que designa que él se unirá a su mujer y serán una sola carne.
Sólo así podrás sumergirte y salir de ahí triunfante. Y tendrás este sobrenombre: “Yo Soy del Señor”. Mas… ¿Creen ustedes que se puede describir todo? Quizás descubrir todo estudiando el porqué…
Las fuerzas del mal operan con sus influjos y se sintetizan a si mismos en sus unidades antagónicas. Yo soy uno como ninguno… fiel, ni a mí mismo. Y yo soy bella efigie de sueños y mi belleza es lisonjera y la guardo disimuladamente para encanto de amadores lascivos e infieles que se ríen conmigo de la amenaza primigenia, que gustan de saborear con avidez el embrujo del placer coronado por el rotundo goce de la depravación golosa... La ambición en su cuenco tenebroso, al acecho, emboscada oculta, su mano cruel, sus labios y su sexo sin el candor natural del hombre original… su armas, su arsenal rebosante de calamidades, de horror y locura.
Enroscada sierpe excelsa que expande su influjo con apariencia inocente sobre lo que es del mundo. La ciencia del mal y del bien… más del mal que del bien o más bien del mal con apariencia de bien. El bien al servicio del mal que por virtud de la ciencia se vuelve un bien a los ojos del mundo, universalmente relativo, universalmente ambiguo… universalmente dudoso.
Una vez que tenemos el disparador en nuestras manos…. ¡Implacable y brillante!
¿Quién o que nos impide disparar?
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